14/5/10

Golpe bajo

Hace algunos días que tomé la costumbre de cantar antes de irme a dormir. No todos los días, pero muchos. Antes de la primera siesta, me acompañan en el Jardín las viejas que se hacen las juveniles allí (con delantal y todo); en casa antes de la segunda siesta y a la noche. Yo y mi canto íbamos de la mano por la vida sin problemas ni sobresaltos hasta que un día mientras, hace poco, huyeron mis ganas. Cantaba un largo sostenido, una buena canzone napoletana cuando Esa Voz Grave le dijo a la Vieja: "Debe estar cansado. Mirá como gimotea, como llorando pero sin ganas".

2 comentarios:

Cons dijo...

Oh, dolor, dolor...

mòmo dijo...

Mientras durmió siesta, Joana sólo conocía dos modos: cantando o hablando (el primero resultó más eficaz para ella, aunque ambos eran perjudiciales para el descanso ajeno).